El
concepto de personalidad proviene del término “persona”, denominación que se
utilizaba en el latín clásico para discernir la escenificación con máscara de
los actores griegos. Si bien este término en psicopatología es definido por
varios modelos teóricos, una definición más aceptada de la personalidad es la
descrita por Allport (1983), donde dice que es “la organización dinámica en el
interior del individuo de los sistemas psicofísicos que determinan su conducta
y sus pensamientos característicos”. Cabe mencionar que la escuela
psicoanalítica, da un impulso importante en la interpretación de los trastornos
de personalidad desde una perspectiva de las pulsiones, la estructura de la
mente. Si bien hablamos de trastorno de personalidad cuando hay un desequilibro
en las esferas del paciente y se trastocan a tal punto de que comienza haber
una disfuncionalidad en su vida cotidiana. En el campo de la psiquiatría
encontramos el método de clasificación más generalizado para diagnosticar y
analizar los trastornos, dentro de la clasificación encontramos los Manuales
DSM-V y el CIE 10.
El DSM-IV define los rasgos de personalidad como "patrones persistentes de
formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo que
se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales".
El trastorno de la personalidad se da cuando estos rasgos, que
son egosintónicos (es decir, la persona se siente bien como es, o en todo caso
percibe su sufrimiento emocional como algo inevitable, sin relación alguna consigo
mismo, con su manera de ser y comportarse), se hacen inflexibles y desadaptativos
(hacia el final de la adolescencia se consolidan de forma permanente y estable), y
cuando causan un deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo.
La
clasificación de este tipo de trastornos que hacen tanto el DSM-IV como la CIE-
10, parte de una perspectiva categorial, cuyo antecedente se encuentra en el
modelo clásico de Kurt Schneider, en el sentido de considerar "los
trastornos de la personalidad como entidades patológicas individuales y
delimitadas entre sí". Es decir, cada trastorno constituye una categoría
diagnóstica y se sustenta en alteraciones específicas.
En
el DSM-IV, se distinguen diez tipos de trastornos de personalidad, reunidos en
tres grupos, por las similitudes de sus características, estos grupos se irán
mencionando en las siguientes publicaciones para describirlos con más detalle.
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