sábado, 18 de marzo de 2017

Módulo IV. Clase 3


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El concepto de personalidad proviene del término “persona”, denominación que se utilizaba en el latín clásico para discernir la escenificación con máscara de los actores griegos. Si bien este término en psicopatología es definido por varios modelos teóricos, una definición más aceptada de la personalidad es la descrita por Allport (1983), donde dice que es “la organización dinámica en el interior del individuo de los sistemas psicofísicos que determinan su conducta y sus pensamientos característicos”. Cabe mencionar que la escuela psicoanalítica, da un impulso importante en la interpretación de los trastornos de personalidad desde una perspectiva de las pulsiones, la estructura de la mente. Si bien hablamos de trastorno de personalidad cuando hay un desequilibro en las esferas del paciente y se trastocan a tal punto de que comienza haber una disfuncionalidad en su vida cotidiana. En el campo de la psiquiatría encontramos el método de clasificación más generalizado para diagnosticar y analizar los trastornos, dentro de la clasificación encontramos los Manuales DSM-V y el CIE 10.
El DSM-IV define los rasgos de personalidad como "patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales". El trastorno de la personalidad se da cuando estos rasgos, que son egosintónicos (es decir, la persona se siente bien como es, o en todo caso percibe su sufrimiento emocional como algo inevitable, sin relación alguna consigo mismo, con su manera de ser y comportarse), se hacen inflexibles y desadaptativos (hacia el final de la adolescencia se consolidan de forma permanente y estable), y cuando causan un deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo.
La clasificación de este tipo de trastornos que hacen tanto el DSM-IV como la CIE- 10, parte de una perspectiva categorial, cuyo antecedente se encuentra en el modelo clásico de Kurt Schneider, en el sentido de considerar "los trastornos de la personalidad como entidades patológicas individuales y delimitadas entre sí". Es decir, cada trastorno constituye una categoría diagnóstica y se sustenta en alteraciones específicas.
En el DSM-IV, se distinguen diez tipos de trastornos de personalidad, reunidos en tres grupos, por las similitudes de sus características, estos grupos se irán mencionando en las siguientes publicaciones para describirlos con más detalle.


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